Nunca antes
había visto a la nieve suspenderse así
con mis propios ojos.
Aquello que, al principio,
parecía ser solo un espejismo
se iba materializando aceleradamente
ante mi mirada vaciada,
que no en vano quiso ser pretendidamente
distante.
distante.
Se trataba de un fenómeno metereológico
perceptualmente anacrónico en aquel lugar.
-La prueba irrefutable
que exhibe orgulloso el corazón
cuando quiere enseñarnos que el alma
está sometida al crudo consenso de las pasiones y,
en última instancia,
a la corporeidad.
Durante unos instantes que reposaban suspendidos
sobre una dimensión atemporal,
atendiendo a cierta caprichosa trascendencia
que emanaba de la atmósfera y calaba en mí,
me pareció ver
el copito de nieve más lindo del mundo;
me pareció que colgaba ociosamente,
sin ausencia,
y que era un obsequio invaluable,
tan gratuito,
pero imposible de salvaguardar al fin...
1 comentario:
que bonitos
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