viernes, 28 de noviembre de 2008

Lo que no se puede incluir en la versión final de un Trabajo de Investigación

Primera parte

Hace un par de noches fui a visitar unas galerías de arte para hacer un trabajo de investigación y me acompañó un amigo de la Católica, cuyo nombre no quiero recordar por las mismas nobles razones que llevaron a Cervantes a no querer recordar el sitio preciso de la Mancha donde vivía don Quijote: o sea, porque no y punto.
Había pensado ir a la muestra de Pasaporte para un Artista, que se exhibía en el Centro Cultural de la PUCP, y de ahí pasar por alguna de las galerías aledañas al local, de tal manera que completara la visita a dos galerías de arte que tenía que hacer para un trabajo de investigación que me dejaron como tarea. Los imprevistos pero previsibles problemas que tendríamos para realizar algo tan sencillo como visitar galerías de arte se dejaron notar desde el momento en que busqué en la página web del CCPUCP el horario de atención. Yo no tenía ninguna necesidad de saberlo: eran las cuatro de la tarde y en el peor de las casos las galerías estarían cerrando a las seis, lo que me daba suficiente tiempo para ir, ver, anotar algunas cosas y tomar fotos.
Mi amigo, que en plan de mal amigo buscaba pretextos para no acompañarme, insistía en que yo debía revisar primero el horario de atención. Cansado ya de no encontrar noticia alguna ni de la muestra Pasaporte para un Artista o del horario de Atención del CCPUCP, revise en google si en una expo pasada habían puesto el horario y encontré justo lo que buscaba. Es hasta las diez, le dije, vamos. Uno resignado,el otro apurado, en fin, conscientes de los previsibles problemas que trae consigo visitar unas inocentes galerías de arte, nos dirigimos a tomar el carro a Camino Real.
Su mamá nos había dicho que nos subiéramos a la Santa María. Los lleva directo, nos había dicho. Mejor hay que tomar dos carros, me dijo mi amigo. Eso no tiene sentido, le respondí, la Santa María nos puede dejar en el CCPUCP. Es que quiero pasar por el Óvalo Gutiérrez para ver si en Wong venden panetones de naranja, me dijo. Pero el Centro Cultural está a tres cuadras del óvalo, le recordé, vas a ver que acabamos rápido y de ahí nos pasamos a Wong. Mientras me decía más te vale y me recordaba que él no había tenido ganas de ir, que yo le avisé de esto a último minuto, saqué la cámara para tomar unas fotos del bus al que habíamos subido.
Las necesitaba para una revista en la que he empezado a colaborar como fotógrafo a pedido. Es decir, me dieron, por ejemplo, un cuento sobre un tipo llamado Óscar, un tipo exitoso profesionalmente que se sentía vacío y que se tiró de la ventana de un bus cuando un anciano se sentó junto a él con un cuaderno que decía Pendientes de Óscar. Yo debía buscar fotos que la diseñadora de la revista pudiera usar como corolario del cuento y me pareció que lo mejor era fotografiar las ventanas de un bus lo suficientemente amplias como para Óscar pudiera tirarse por ellas sin muchos problemas.
Me parecía que la oportunidad se me había presentado y que debía aprovecharla, aunque existía la posibilidad de que algún amigo de lo ajeno extendiera su mano desde cualquier parte y se llevara a mi fiel Olympus FE -320. Sin embargo, las ventanas del Santa María eran de esas que se abren hacia arriba. Me di cuenta que Óscar pasaría muchos contratiempos tratando de aventarse por esa ventana, supongo que eso le habría dado suficiente tiempo al resto de las personas del bus para que lo salvaran, por lo que dejé las fotos para otra ocasión.














Mi amigo, a quien desde ahora llamaré Alf para evitar ser reiterativo, me preguntó si sabía bien donde quedaba el Centro Cultural porque el no venía por aquí hace mucho tiempo. Claro que conozco, le dije; y mientras me ufanaba de haber ido varias veces al Centro Cultural (siempre a pie), no advertí que ya estábamos por pasarlo. Alf me apuró para que bajáramos y para que una vez fuera del carro pudiera decirme con más calma "Te lo dije, ya ves, yo tenía razón, yo siempre tengo la razón". Ya no te hagas más problemas, le contesté, ya estamos aquí.
Para fastidiarlo un poco, le hice ver que no estaba cruzando la pista por la vía peatonal, lo cuál debía ser alarmante para alguien que se ufana de actuar como todo un gentleman y que sufre de mucha vergüenza ajena; lo cual es mejor que nunca sufrirla ni sufrir siquiera por la propia, me habría respondido Alf si pudiera. Tras unos minutos de haber bajado del Santa María ya estábamos en el CCPUCP.















Esta foto del CCPUCP es del blog Mi presencia Cultural en la Web y seguramente la tomaron durante el Festival de Lima, un evento tan bueno que probablemente solo lo puedo comparar con la Feria del Libro.

lunes, 24 de noviembre de 2008

El final del feriado más largo del año

Hace una hora concluyó oficialmente el feriado largo por APEC. Los programas informativos que transmitían las reuniones importantes en el Real Felipe, el museo de la nación y el Pentagonito concuerdan en que todo ha marchado según lo planeado. Raúl Tola, conductor del programa Cuarto Poder, nos contaba hace un rato, con una sonrisa en el rostro, que ya solo nos queda esperar que lleguen las jugosas inversiones de las que tanto se ha hablado. Porque si de algo se ha hablado reiteradamente en estos días, es de esas jugosas inversiones. Anteayer, Rosa María Palacios, conductora de Prensa Libre, le preguntaba al Ministro de Relaciones Exteriores si la exorbitante cifra de inversiones de las que hablaba un periódico conocido eran realistas o no. Como es lo propio de un ministro, el no lo negó, pero hizo suficientes gestos con las manos y la cara como para saber que no estaba de acuerdo con esa cifra.

Pero que se puede esperar de los periódicos si el más vendido en este país, El Comercio, el abanderado de la libertad de expresión, acaba de defenestrar a Augusto Álvarez Rodrich, director de Perú21, un diario asociado y subyugado al Comercio. Es cierto que los audios que difundió Perú21 son pruebas contra la corrupción que han sido obtenidas de manera ilegal, pero es desconcertante que periodistas y humoristas sean los primeros en verse perjudicados por el escándalo de los audios, aunque ellos no hayan sido quienes los grabaron ni estén mencionados siquiera en alguna de las conversaciones grabadas, porque el ex Premier Jorge del Castillo y algunas figuras del anterior gabinete ministerial no pueden negar que, de una u otra forma, si se van a ver implicados en este escándalo. Una vez que hemos llegado a este punto podemos sostener dos hipótesis: en primer lugar, la expulsión de Rodrich podría ser una forma en que el Gobierno y la prensa quedan a mano. Si el escándalo tumbó al anterior gabinete, también debía arrastrar consigo a alguien de la prensa, de tal manera que el oficialismo y los abanderados de la libertad de expresión aprendieran a no jugarse con la gobernabilidad. El hecho de que ahora el APRA, el partido oficilista, y la dirección del Comercio mantengan una sola postura sobre estos audios, es una prueba de que puede haber al menos un interés común. Este posible interés en no verse más perjudicados puede ser el sustento de una segunda hipótesis. Si la mediocridad vuelve a triunfar en este país probablemente los implicados en este caso de corrupción sean absueltos. De ser así, aquellos que facilitaron las pruebas para una acusación que fue declarada infundada, se verían desacreditados frente a la opinión pública, algo que no se puede permitir a sí mismo el periódico más vendido del país. De cualquier manera, estas hipótesis no son contradictorias y podrían complementarse. Supongo que ahora que el APEC ha concluido, algunos programas televisivos volverán a dedicarle más tiempo a este tema. Sin embargo, nada nos asegura que los conductores de estos programas no se hayan visto, por lo menos, indirectamente advertidos para que no sigan el camino de AAR. Me pregunto qué estará haciendo ahora el buen Augusto. Ayer me llegó una invitación en Facebook para unirme a una causa llamada Solidaridad con Augusto Álvarez Rodrich. Me adherí a esa causa sin titubear porque me pareció muy sano reclamar para devolverle el honor perdido, ¿acaso no se hizo lo mismo con el ex premier?¿no fue despedido entre elogios y aplausos? Augusto Álvarez Rodrich no se merece algo menos que eso.

Por cierto, ¿alguien había notado el increíble parecido entre AAR y Jake Gyllenhaal? Claro que AAR debe llevarle muchos años, pero eso no quita que se parezcan un poco, ¿no?













Cómo decía hace un momento, el feriado largo por APEC ha concluido. Por encima de lo que pudo haber significado para el país, para mí resultó improductivo. Yo tenía planeado avanzar con los trabajos de la universidad, pero me puse la tercera dosis de la vacuna contra la hepatitis B, vacuna que había sido proscrita en los Estados Unidos y ahora entiendo por qué. Sus efectos secundarios incluyeron somnolencia, flojera y sensación de malestar, por lo cuál pasé estos días en un estado muy lamentable. Recién ayer pude avanzar un poco de mis tareas, pero no creo que haya sido suficiente. Otra razón por la que he avanzado poco es que suelo hacer las cosas con absoluta paciencia, yo siempre he dicho que esto se debe a un afán por hacer las cosas bien - y que expliqué extensamente en la entrada anterior-, pero eso no aminoró una desilusión que se contrasta con el entusiasmo que debieron infundirme los resultados del APEC. Además, aún no soy capaz de decir si este foro será tan beneficioso como lo han vendido en algunos medios. Supongo que el tiempo sabrá darle la razón a los que opinaron con un juicio más crítico y ojalá que ese sea un tiempo favorable para el Perú.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Ejercicios Mentales

En este momento estoy viendo la tercera película de Harry Potter, aunque solo la vea porque el televisor está bastante cerca de mí. A manera de ejercicio cierro los ojos y repaso mentalmente todo lo que se encuentra a mi alrededor. Me parece que así puedo evitar que el sempiterno parlotear de la televisión se apodere de toda mi atención. Me parece que debo ensayar este tipo de ejercicios porque así puedo aprender a dominarme, a controlarme, porque si alguien debe tener control sobre mí ese debo ser yo.

Trato de recordar cuántas rosas hay en el florero del comedor, cuántos lapiceros llevo en el morral, cuántos cojines hay en los muebles, cuántas horas he dormido el día de hoy; nombro en voz alta todo lo que recuerdo haber visto antes y me sorprendo de poder recordar cómo llegaron todas estas cosas hasta aquí. Las rosas las compré yo, los lapiceros también y escogí los cojines cuando compramos los muebles. Pero, ¿acaso mi relación con todas estas cosas es simplemente comercial?, ¿están allí solo porque las compré? No. Las rosas que compré son rosadas, son ocho, y siempre que las compro también pido dos Iris, que son tentativamente azules. Rosadas y tentativamente azules como los colores que viste María Auxiliadora, como si fueran mensajes subliminales que yo mismo preparara para que cuando me fije en esas rosas me acuerde de la Virgen. Los cojines también tienen una historia que contar: hay solo dos muebles y seis cojines en la sala. Tres cojines son del mismo color y el material que el de los muebles y tres no. A mi me gusta intercalarlos. Pongo dos cojines iguales y uno diferente sobre cada mueble, luego los acomodo poniendo el que es diferente en medio de los que son iguales. Nadie lo nota, pero ese pequeño detalle le da un encanto especial a la sala. Criterios estéticos similares utilice para escoger mis lapiceros.

No creo que lo que esté haciendo sea una variedad moderada de esquizofrenia, como me dijo alguna vez una profesora de Psicología que apoyaba el aborto holgadamente, que pasaría desapercibida en tanto la tomamos como una esmerada laboriosidad para hacer las cosas más simples. No creo que sea esquizofrenia ni creo que me importaría mucho si me demuestran que lo es, pues soy muy feliz haciendo cosas así. La felicidad que me produce hacerlas no es desbordante, pero tampoco tengo razones para creer que me estén generando algún problema serio, y me atrevería a decir que no pueden causarme ningún tipo de problema porque a la hora de lanzar afirmaciones tan extensivas, uno debe ser muy cuidadoso. Pienso que es mejor pecar de prudente que de atrevido, sobre todo, si el pecado se puede evitar con un mínimo de control sobre lo que decimos.

Hace mucho rato que abrí los ojos. Obviamente no habría podido escribir todo esto con los ojos cerrados. La película también ha terminado. La persona que hace el doblaje de la voz de Harry Potter acaba de decir "Travesura Realizada", una frase que viene después de que salen todos los créditos. No me canso de repetir que esta es la mejor película basada en los libros de Harry Potter y creo que el mérito es del director, un mexicano que lamentablemente no recuerdo como se llama. Aunque esta película es lo suficientemente buena como para que uno desee ser un mago, afortunadamente, creo que ya descubrí cuál es la magia que poseo, mi verdadero poder. Mientras paso entre los canales del cable buscando algo digerible para amenizar los últimos minutos que le robaré al sueño, reflexiono sobre lo que acabo de escribir y sonrío satisfecho de lo que soy capaz de lograr contemplando un panorama que a otros no les dice nada. Cuando comencé a escribir, un gran temor me embargaba; pero, ahora que le he dado tiempo al tiempo, veo que mis problemas no son tan graves, que todo tiene matices y que la paz es un bien muy preciado que debemos cuidar con actitudes que se pongan a la altura de lo que se busca proteger.