domingo, 23 de noviembre de 2008

Ejercicios Mentales

En este momento estoy viendo la tercera película de Harry Potter, aunque solo la vea porque el televisor está bastante cerca de mí. A manera de ejercicio cierro los ojos y repaso mentalmente todo lo que se encuentra a mi alrededor. Me parece que así puedo evitar que el sempiterno parlotear de la televisión se apodere de toda mi atención. Me parece que debo ensayar este tipo de ejercicios porque así puedo aprender a dominarme, a controlarme, porque si alguien debe tener control sobre mí ese debo ser yo.

Trato de recordar cuántas rosas hay en el florero del comedor, cuántos lapiceros llevo en el morral, cuántos cojines hay en los muebles, cuántas horas he dormido el día de hoy; nombro en voz alta todo lo que recuerdo haber visto antes y me sorprendo de poder recordar cómo llegaron todas estas cosas hasta aquí. Las rosas las compré yo, los lapiceros también y escogí los cojines cuando compramos los muebles. Pero, ¿acaso mi relación con todas estas cosas es simplemente comercial?, ¿están allí solo porque las compré? No. Las rosas que compré son rosadas, son ocho, y siempre que las compro también pido dos Iris, que son tentativamente azules. Rosadas y tentativamente azules como los colores que viste María Auxiliadora, como si fueran mensajes subliminales que yo mismo preparara para que cuando me fije en esas rosas me acuerde de la Virgen. Los cojines también tienen una historia que contar: hay solo dos muebles y seis cojines en la sala. Tres cojines son del mismo color y el material que el de los muebles y tres no. A mi me gusta intercalarlos. Pongo dos cojines iguales y uno diferente sobre cada mueble, luego los acomodo poniendo el que es diferente en medio de los que son iguales. Nadie lo nota, pero ese pequeño detalle le da un encanto especial a la sala. Criterios estéticos similares utilice para escoger mis lapiceros.

No creo que lo que esté haciendo sea una variedad moderada de esquizofrenia, como me dijo alguna vez una profesora de Psicología que apoyaba el aborto holgadamente, que pasaría desapercibida en tanto la tomamos como una esmerada laboriosidad para hacer las cosas más simples. No creo que sea esquizofrenia ni creo que me importaría mucho si me demuestran que lo es, pues soy muy feliz haciendo cosas así. La felicidad que me produce hacerlas no es desbordante, pero tampoco tengo razones para creer que me estén generando algún problema serio, y me atrevería a decir que no pueden causarme ningún tipo de problema porque a la hora de lanzar afirmaciones tan extensivas, uno debe ser muy cuidadoso. Pienso que es mejor pecar de prudente que de atrevido, sobre todo, si el pecado se puede evitar con un mínimo de control sobre lo que decimos.

Hace mucho rato que abrí los ojos. Obviamente no habría podido escribir todo esto con los ojos cerrados. La película también ha terminado. La persona que hace el doblaje de la voz de Harry Potter acaba de decir "Travesura Realizada", una frase que viene después de que salen todos los créditos. No me canso de repetir que esta es la mejor película basada en los libros de Harry Potter y creo que el mérito es del director, un mexicano que lamentablemente no recuerdo como se llama. Aunque esta película es lo suficientemente buena como para que uno desee ser un mago, afortunadamente, creo que ya descubrí cuál es la magia que poseo, mi verdadero poder. Mientras paso entre los canales del cable buscando algo digerible para amenizar los últimos minutos que le robaré al sueño, reflexiono sobre lo que acabo de escribir y sonrío satisfecho de lo que soy capaz de lograr contemplando un panorama que a otros no les dice nada. Cuando comencé a escribir, un gran temor me embargaba; pero, ahora que le he dado tiempo al tiempo, veo que mis problemas no son tan graves, que todo tiene matices y que la paz es un bien muy preciado que debemos cuidar con actitudes que se pongan a la altura de lo que se busca proteger.










2 comentarios:

Tom/Shine. dijo...

Me alegra que haya vuelto este blog. Bueno, es cierto, hay momentos en que uno debe respirar profundamente y dejar que el mundo siga sin uno, deternerse un instante para sentir todo lo que pasa desapercibido, ayuda a veces.
See ya!

Raúl Oliva dijo...

Pues si. Concuerdo contigo en eso. Pero esta entrada la escribí sobre todo porque necesitaba hablar con alguien y como no había nadie en casa y ya no tenia saldo... jajaja
gracias por el comentario ^^!!!