I
Ángel caribeño,
veo tu vuelo lejano al noreste.
Te veo venir
arribando en las playas tropicales
de costas nuestras abiertas a toda exploración.
Observa como las palmas más altas
besan la arena,
cuando tus plantas pisan la orilla.
Y enamórate de las olas
que en afán de agradarte se consumen
unas contra otras,
absurdas.
Ama mi horizonte y llena nuestro firmamento;
donde todo sol que ose broncear tu piel
agonizará hasta su holocausto.
II
Ángel caribeño, los momentos sin ti
son vagos como un esfuerzo sin propósito;
en ellos evoco tu sexo,
salpicado de risa.
Mis manos se han descubierto
moldeadas a la línea de tu cuerpo
y mi prosa
a tu inigualable encanto agridulce.
(Compuesto en febrero del 2008)
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